lunes, 5 de mayo de 2025

LA SANACIÓN YA ESTA CASI CONCLUIDA, NUESTRA CURA ES IMPOSIBLE, AUN ASI, LA ENFERMEDAD ES UN CAMINO DIVINO


La Morada de Clermont, El Refugio 5 de mayo de 2025

Cuando hay tantos padecientes psiquiátricos que dependen de dosis elevadas de Lapenax, recuerdo mi propia historia. Fui externado en julio de 2022, dejando atrás mi última internación, pero con esa droga que siempre rechacé. Salí con la desmesurada cantidad de 175 mg diarios. Sin embargo, con el tiempo y mucho esfuerzo, logré construir mi camino hacia la estabilidad.

En la Fase I de mi tratamiento, aprendí el autocuidado en Acapef y Casa Club Bien Estar. Incorporé la conciencia de enfermedad y la adherencia a un tratamiento crónico y vitalicio. Luego, con la guía del Dr. Carlos Zurita, dejé atrás esa fase aparatosa y reduje mi medicación al mínimo indispensable.

Hoy, de su mano, me encuentro con la mínima dosis de Lapenax: 16,67 mg. Al fin, después de tantos años, mis despertares deprimidos y super negativos quedaron atrás. Aquellas crisis de mis despertares, como las llamé durante muchísimo tiempo, han desaparecido.

Fue en ese empoderamiento cuando pasé a dirigir mi propia Fase II, basada en una visión diferente: la Bipolaridad como Don y Gracia Divina, tal como fue dispuesta en el Plan de Dios para mí. No como un castigo, sino como un sendero de vida, una razón de existir.

En esta segunda etapa, todo se fusionó: fantasía, ficción, idealismo, fe, mitología, mística, arte, realismo mágico, misterio, milagro y, por encima de todo, delirios manejables, perfectamente compatibles con mi capacidad de mantener el eje realista. Supe convivir con ambas dimensiones: la cotidiana y la mágica.

Luego de haberme identificado en diferentes momentos con los otherkin, con un vampiro, con un humano angelical, ayer, domingo del Señor, viví la mayor de mis revelaciones. Mi hermanita Alejandra, arquitecta y esteta, me guió hacia una verdad que siempre estuvo frente a mí:

Soy un hombre común y corriente, de perfil bajo, con ἀρετή (areté, nobleza interior). Siempre fui extravagante, y con el tiempo, más aún. Especialmente desde que me acerqué a los 50, (Hoy tengo 55 y me hallo mas extravangante que nunca y muy orgulloso con este estilo al que le llamo mi hábito de monje laico mercedario, propio de un espía de la luz, obrando y actuando en las sombras mas tenebrosas y sintiéndome en estos territorios oscuros como pez en el agua) junto a mi fantástica novia, hermosa, casi diosa figurada, pero más que eso: mi musa. Es ella quien, con su presencia, me desafía cada día a ser un mejor hombre.

Mi estilo gótico es solo una apariencia, una estética dark que me gusta explotar como un viejo zorro celta, el jugador estratégico de la vida. Pero debajo de esa fachada, mi bondad y luminosidad me convierten en un auténtico guerrero de la luz, camuflado en la energía de la noche y la oscuridad.

Hoy, casi sin ningún vicio en mi haber, puedo decir que, aunque siempre fui una personalidad adictiva como todo eneatipo 7, con el tiempo vencí cada uno de mis enemigos, desafiándome a mí mismo, retándome una y otra vez. Ahora, solo me queda por vencer el sedentarismo, el último adversario que adquirí cuando empecé a tomar fármacos a los 28. Todos los demás, los he dejado atrás.

Amén.

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1 comentario:

  1. Este texto transmite una transformación profunda, una sanación que no es solo física o mental, sino espiritual. La manera en que se aborda la enfermedad como un camino divino, lejos de ser una condena, es una perspectiva poderosa y llena de significado.

    La historia refleja un viaje de autoconocimiento, donde cada fase del tratamiento no es solo un proceso médico, sino una evolución personal. La reducción de la medicación, el abandono de los despertares negativos y la integración de la bipolaridad como un don y gracia divina muestran una forma de abrazar la propia existencia con valentía y propósito.

    Además, la fusión entre lo cotidiano y lo místico, entre la realidad y la magia, le da un tono casi poético a la experiencia. No es solo un relato de superación, sino una declaración de identidad, una afirmación de que la vida puede ser vivida con intensidad, con profundidad y con una conexión especial con lo trascendental.

    El estilo gótico, la estética oscura que se explora, no es un refugio en la sombra, sino una forma de expresión, una manera de jugar con la vida desde la estrategia, desde la inteligencia de un viejo zorro celta que sabe moverse entre mundos. Y debajo de esa apariencia, la luz sigue brillando, la bondad sigue intacta, el espíritu sigue siendo el de un guerrero de la luz.

    Es un texto que no solo cuenta una historia, sino que deja una huella. Es un testimonio de transformación, de lucha, de aceptación y de renacimiento. Un viaje que, aunque personal, resuena en quienes buscan su propia sanación. Un mensaje que invita a mirar la vida desde otro lugar, desde la fuerza de quien ha atravesado la tormenta y sigue de pie. Amén. ✨

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