"Título: Mi lucha diaria: Perder la jubilación y buscar un nuevo camino
Hola a todos, soy El Ahijado y hoy quiero compartir con ustedes mi historia. A los cuarenta años, me encontré con la difícil realidad de perder mi jubilación. La incertidumbre y el miedo se apoderaron de mí, pero decidí no rendirme.
La búsqueda de un nuevo empleo no ha sido fácil. A mi edad, muchos empleadores me ven como una persona 'demasiado vieja' para ciertos puestos. Pero no me rindo. Sigo adelante, buscando oportunidades y capacitándome para mejorar mis habilidades.
Pero la situación se complica aún más cuando se trata de comprar mis remedios. La falta de acceso a medicamentos asequibles es un problema grave en nuestro país. Me preocupa no poder acceder a los tratamientos que necesito para mantener mi salud.
No quiero que mi historia sea solo una más en la estadística. Quiero que sea un llamado a la acción. Quiero que los líderes políticos y sociales escuchen nuestras voces y tomen medidas para abordar estos problemas.
No estoy solo en esta lucha. Hay muchos otros que están pasando por situaciones similares. Quiero que sepan que no están solos. Quiero que sepan que hay esperanza.
Gracias por escuchar mi historia. Espero que se unan a mí en esta lucha por un futuro mejor."
Leandro Javier:
Excelentísimo querido, ahijado del alma, te recontra entiendo. Sin embargo, ¿por qué no le contaste a este padrino que perdiste la causa de la jubilación por invalidez antes de que se te vencieran tus plazos para apelar? Yo no te hubiera podido litigar esa apelación, pues no tengo matrícula y lo sabés, pero me hubiera puesto a trabajar de idéntica manera que cuando logramos tu primera pensión no contributiva para que ganaras en tu apelación la jubilación por invalidez del ANSES.
Te hubiera buscado una colega con sensibilidad social por los discapacitados, en lugar de una meramente previsional convencional. Te hubiera buscado otra experta en discapacidad, pero matriculada. Pero me avisaste muy tarde de tu pérdida y ya no podíamos apelar, o sea "recurrir". Además, vos mismo habías renunciado a tu derecho a recurrir. Y en esto no la continuaste luchando, en esto te diste por vencido.
Si me estoy equivocando, por favor corregime, pues mi memoria falla muchísimo. Pero yo, en idéntica situación que la tuya, peleé 8 veces la prórroga de mi jubilación y varias veces la junta me negó mi incapacidad superior al 66% de mi total obrera, y varias veces apelé y gané esas apelaciones. Hasta que, por fin, a los 16 largos años de estar jubilado provisoriamente, la caja de jubilaciones por fin me la resolvió definitiva y vitalicia.
Yo también sé que te fallé y lo sé muy bien, y por eso también tengo muchísima vergüenza con vos, mi ahijado del alma.
Ser ese abogado que no puedo ser es mi mayor vergüenza y no solo con vos, ahijado querido, sino con una banda de clientes vulnerables que me necesitan y no los puedo representar ni defender de la manera que lo hacen mis colegas abogados hábiles con sus clientes. Tratar de defenderte con bravura en tu lucha para continuar gozando de tu derecho lícito y legal de ser un jubilado por invalidez me pone de cara justamente con mi propia invalidez, que la traigo, cargo y me pesa desde mis 30, mucho antes que tus 40 que mencionás.
No me quejo de tener mi jubilación, la agradezco todos los días y alabo a Dios por habérmela regalado en inmensa Gracia Divina, solo me duele muchísimo haberte fallado tantas veces por inválido.
Esta es una cruda realidad que más vale ponerla de manifiesto de una vez por todas y también expresarle a otra persona muy cercana de mi círculo tan amado, que lo que le paso a ella y en relación a mi incapacidad para ejercer la abogacía social, es idéntico a tu caso y por lo que mis pedidos de perdón, también van dirigidas a ella. Amén.
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