Querida Ely,
Esta carta nace desde un lugar donde la memoria no lastima, pero sí señala con claridad. Recordar hoy aquellas obras que hicimos en tu casa —el baño, el cuarto naranja, la terraza, las dependencias de servicio— me conecta con un tramo de nuestra historia donde el compromiso fue real, tangible, y, al menos de mi parte, sustentado con el fruto de lo que sembré con dedicación.
En aquel entonces, me desprendí de dos departamentos que había adquirido en pozo junto a Juan Arturo, cuando aún compartíamos emprendimientos. Vendí esas propiedades y, con lo que obtuve de ganancia por la diferencia entre el precio de compra en pozo y la venta de los mismos a los adquirentes definitivos, invertí gran parte de esas ganancias en mejorar tu casa, en todo lo que juntos soñamos como hogar digno y bello. No lo hice con condición alguna: lo hice con amor. Pero también con entrega material concreta.
Hoy estoy transitando una nueva etapa, profunda y simbólica. Estoy rearmando mi hogar desde cero y en muchos sentidos, desde adentro hacia afuera. El Paso 1 ya está en marcha: restauración de la silla Savonarola, la estatuilla del monje de madera que me regalaste, la biblioteca, el diván, mi altar... Todo está floreciendo desde el silencio.
Pero es el Paso 2 el que me ha llevado a escribirte. No vengo a pedirte que pongas el cuerpo. Tampoco quiero incomodarte. Sólo quisiera —si sentís que aún hay lugar para gestos amables entre nosotros— pedirte un aventón solidario. Serían cuotas que van de agosto a noviembre, y te detallo a continuación la proyección:
Agosto: $185.000
Septiembre: $50.000
Octubre: $35.000
Noviembre: $25.000
Son parte de una inversión mensual de $200.000 entre agosto a noviembre incluidos ambos meses y que no puedo cubrir del todo por estar también comprometido con otros pasos de esta obra integral, incluyendo diseños de indumentaria, bienestar, movilidad y restauraciones pendientes.
No te propongo un favor: te propongo un préstamo con devolución pautada. Puede ser en dólares, con intereses, o en pesos según lo que decidas y te sea cómodo. Yo quiero que esta conversación, si se da, se abra como se abren las puertas antiguas con llave: sin empujones.
Gracias por haber sido parte de muchas de mis transformaciones. Esta carta no cuestiona, no exige, no revisa. Esta carta sólo te dice que si sentís que hay algo de nuestra rueda que pueda volver a girar, aún sin lo que fuimos, este es el momento. Y si no, no pasa nada: todo ya está en paz.
Con afecto sostenido en lo verdadero, Nanito
Ely se puso muy mal, sus ojos se llenaron de lágrimas, me dijo que no se esperaba esta reacción de mi parte, que en efecto se comprobaba acabadamente que cambié muchísimo de lo que alguna vez fui cuando era su esposo civil. Tomo su celular y de inmediato me depositó $ 320.000 sin titubear ni por un instante y me dio toda la libertad para que me dejara ese dinero o para que se lo devolviera y como yo quisiera.
ResponderBorrarDr. Leandro Alippi García